Synergies Venezuela Nº 2 (2006)


Conferencia

Comprender*

Edgar Morin

Groupe d’Etudes et de Recherches
por le Français Langue Internationale (GERFLINT)**

“La necesidad del otro es tan fundamental como la afirmación del yo. En la relación de sujeto a sujeto, es a partir de la propia subjetividad que se debe intentar comprender la subjetividad del otro. Para esto, sin obligatoriamente lograr escapar del centrado (el egocentrismo), se debe ser capaz de descentrarse. ¿Qué es lo más precioso que nuestra cultura nos ha aportado a este respecto?

Se encuentra en los Ensayos, ese pasaje extraordinario sobre los caníbales, donde Montaigne nos habla de Indios de América llegados a Rouen, con los cuales, por intermedio de algún intérprete, había logrado conversar sobre sus costumbres. El autor primero descubre en ellos una doble ética, la del respeto de los miembros de la comunidad y la del arrojo y del valor guerrero. Pero descubre igualmente una costumbre caníbal que hacía que estos guerreros se comiesen el cuerpo del enemigo muerto durante el combate.

Costumbre bárbara, sin duda, pero ¿qué decir del comportamiento de los conquistadores españoles quienes, al hacer prisioneros, los enterraban en el suelo medio vivos, y, amén de otros malos tratos, les reventaban los ojos? Los Indios se comían a hombres ya muertos. Los conquistadores torturaban a muerte a los vivos.

Existe así, en este texto de Montaigne, elementos de autocrítica extraídos de su cultura, de su conocimiento de los autores griegos, de su pirronismo, pero también muy probablemente de su propia experiencia como descendiente, por parte de madre, de Judíos convertidos, los Maranes, de quienes conocía las persecuciones y humillaciones de las cuales habían sido objeto. De esta manera era capaz de comprender a los otros, y, potencialmente, a los esclavos que fueron víctimas del Occidente.

Esta misma capacidad de comprensión, se encuentra también en Montesquieu en las Cartas Persas, donde se constata que para un Persa comprender a un Francés es tan complejo como lo inverso. Toda esta corriente de pensamiento, lo sabemos, ha dado como resultado, más cerca de nosotros, la antropología moderna de un Claude Lévi-Strauss.

Concebí mi Ética como inseparable de la complejidad, cosa no vista hasta ahora. Se dejaba a los pensadores el intentar fundar la Ética. Este no es mi caso. Nunca soñé con fundar la Ética. Únicamente me pregunté cuáles podían ser sus fuentes. Y para mí las fuentes de la Ética son la Solidaridad y la Responsabilidad que están incluidas no sólo en la potencialidad subjetiva de cada uno sino también en la sociedad. La tragedia de nuestra sociedad, es sin duda alguna el resultado de una grave degradación de la Solidaridad y de la Responsabilidad.

¿Qué es la complejidad? No basta con tener buenas intenciones para tener buenas acciones. Las buenas intenciones pueden incluso determinar, por el contrario, acciones que van en sentido opuesto de lo deseado y que pueden retornarse como boomerang sobre la cabeza de aquél que las realiza, cosa extremadamente frecuente en la Historia humana.

La primera exigencia de una ética de la complejidad es la de estar muy atenta a lo que yo llamo la ecología de la acción. Es necesario seguir la acción, tener una estrategia, ser capaz de modificarla, saber que trae consigo una apuesta, no una apuesta pascaliana sobre la existencia de Dios sino sobre el hecho de saber si se podrá realizar lo que se desea, esto es, lo que teníamos la intención de hacer.

La segunda exigencia que he querido resaltar, son las contradicciones éticas, es decir el hecho –y aquí citaré una pequeña historia que me impresionó mucho y que me había contado Louis Massignon– la de la mujer de un Beduino cuyo esposo había sido asesinado durante una venganza tribal. El asesino del marido, perseguido por los hermanos del muerto, llega ya caída la noche a la tienda de esta mujer pidiéndole hospedaje. La mujer se encuentra entonces ante dos imperativos: la hospitalidad y su deber de matar al asesino de su marido. La contradicción no tiene solución, sin embargo ella puede eliminarla ofreciéndole al fugitivo hospedaje por la noche y partiendo al día siguiente, con sus cuñados, en persecución del hombre a quien albergó.

Tenemos hoy en día numerosas contradicciones éticas en todas las áreas, sobre todo con los desarrollos del mundo de la medicina y de las ciencias vivas las cuales plantean problemas que no quiero abordar aquí.

Pero lo anterior me lleva a decirles que la comprensión se me presentó, en mi trabajo sobre la ética, como un punto crucial, como algo fundamental. Si no somos capaces de comprendernos los unos a los otros, no solamente entre personas de culturas, de religiones, de etnias extranjeras, sino también incluso en nuestras universidades, en nuestras relaciones familiares, entre hermanos, hermanas, parientes, etc. Si entonces no somos capaces de progresar en la comprensión del otro (y estos progresos, no lo escondamos, son difíciles), debemos temer lo peor.

Se oponen, en efecto, a estos progresos:

Este trabajo de comprensión constituye una gran tarea histórica, una tarea del futuro. Si nosotros no progresamos en la comprensión, no podremos progresar en lo que fuere en las relaciones humanas. Y este necesario progreso de la comprensión es por sí mismo inseparable de una reforma de pensamiento, es decir, de una reforma que desarrolle la capacidad de concebir y de pensar la complejidad evidente e igualmente en su múltiple dimensión humana.

He aquí algunas ideas que les ofrezco en desorden esperando no haber abusado mucho de su tiempo”.